Las distintas vicisitudes que viven los viajeros -ciudadanos particulares, productores y transportistas- en los puestos limítrofes son motivo de consulta constante, a raíz de que la incertidumbre sobre cómo se aplican las normas sanitarias es elevada. De hecho, el título de la nota de LA GACETA de ayer -“Entrar y salir de Tucumán está repleto de obstáculos”- describe cabalmente la compleja situación para los viajeros: hasta que no se llega al puesto limítrofe no se tiene en claro qué va a ocurrir. En el caso de la nota de marras, se trata del sitio de control en el límite con Santiago del Estero, donde hay dos destacamentos, uno tucumano y otro santiagueño, separados por una distancia de 300 metros. Por el acceso de la ruta 9 circulan a diario 200 camiones y 30 vehículos particulares.
El martes, bajo una intensa lluvia, el equipo de LA GACETA registró dos casos particulares de viajeros que mostraron las diferencias de criterio existentes en las distintas jurisdicciones. Una pareja explicó que atravesaron las provincias desde Buenos Aires sin problemas hasta llegar a este puesto limítrofe, donde les exigían test PCR de 48 horas; no obstante, en la localidad bonaerense de Pilar, de donde habían partido, les daban los resultados en 72 horas. Por lo cual llegaron sin certificado de PCR. Los mismos agentes de control de Santiago del Estero piden PCR de 72 horas, contra el de 48 horas de Tucumán. En general, los policías y el personal sanitario, ante las diferentes situaciones que se presentan, acuden a sus Comités Operativos de Emergencia (COE), que son los que deciden si los viajeros pueden continuar, deben esperar o deben regresar a donde salieron. Y ahí es donde se generan problemas. Uno muy habitual es el caso de quienes quedan varados en la noche (desde las 22, cuando se cierra el paso, hasta las 8, cuando se lo habilita) en un lugar que no tiene condiciones sanitarias e higiénicas mínimas. No cabe imaginarse la penuria de los viajeros a la espera en ese sitio el martes a la noche, en medio de una tormenta. Al otro día les dieron paso, según averiguó LA GACETA. Otras situaciones encierran más dramatismo, como ha sido el caso de la familia con una niña enferma que regresaba a su casa después de un tratamiento habitual en el Hospital de Niños tucumano, y cuyo padre, impedido de pasar con el vehículo porque la Policía de Santiago del Estero no obtenía la autorización del COE, caminó con la criatura cinco kilómetros hasta que fue auxiliado por un funcionario municipal de Río Hondo.
Los padecimientos de los viajeros varados fueron relatados en una carta del 21 de agosto de un productor agropecuario, sobre una noche en el puesto cercano a San Pedro de Guasayán (Santiago del Estero), sobre la ruta 157.
Tras un acuerdo entre Tucumán y Santiago, se flexibilizó la lógica de los traslados en septiembre para facilitar el movimiento de los productores, pero poco se ha avanzado. Estos dicen que hay muchas trabas y mencionan que antes Salud hacía los test en puestos de egreso y que eso ya no se da. Precisamente el martes se retiró el trailer que hacía test a los camioneros. Los productores han pedido reconsideración; también han criticado que hay muchas diferencias de criterio en el personal de control, de modo que muchas veces cruzar depende de la suerte, no de los certificados con que se cuente.
Esta variada problemática indica que, más allá de las diferencias entre provincias en cuanto a exigencias determinadas por la emergencia sanitaria, el cruce no puede quedar supeditado a ocurrencias de los agentes de control, los cuales deben estar muy bien capacitados y aplicar protocolos con coherencia. Además, la respuesta de quienes tienen poder de decisión en el COE debe ser inmediata, de modo de no someter a los viajeros a más complicaciones que las que la misma emergencia les está generando.